viernes, 17 de abril de 2009

BAJO UN CIELO DE ESTRELLAS (inicio de la novela)

-¡Qué bueno que hayas venido!, mañana saldremos temprano camino de la montaña.
-¿Te apuntas?-, espeta sin a penas mirarla.
-Es posible. ¿Cuánto tiempo se tarda?- contesta con desgana.
-No demasiado.
-¿Cuánto?- afirma con cierto nerviosismo, mientras la mira detenidamente.
-Dos noches a la intemperie bajo las estrellas.- Le dice con voz cantarina y gesto seguro.
-Parece una buena idea.- apunta sin convencimiento.
-¡Lo es!- contesta casi al aire, cuando sale a la calle sin mirarla a penas.
-Mañana si no estoy marchad.- Se oye decir al tiempo que observa que la han dejado sola.
-No puedo decidirme ahora-, masculla para sus adentros.
-Debo pensarlo.- Apunta con un gesto.
-No hay nada que pensar. Deberías dejarte llevar.- Le dice una voz que susurra en su nuca.
Eso le provoca un escalofrío que la hace cogerse los brazos como queriendo resguardarse del frío.
Ha sido Juan que todavía rondaba entre las máquinas tragaperras, dejándose las vueltas de las consumiciones del día.

Rosaura no las tenía todas consigo. Amelia había planificado esa salida a sus espaldas, como solía hacer con todo aquello que les concernía.

Aunque la miraba, no veía en su gesto intenciones que la delataran, pero dudaba de su palabra.
Que marcharan, así quedaría a sus anchas.
Se levantó cogiendo la taza caliente que aún conservaba la mitad del líquido y se dirigió a la sala.
Se encontraban en un hotel acogedor.
Pensó que sería agradable pasar el día en él.
Eso creyó, pero al tiempo sintió una sensación que la inquietó.
Precisamente se quedaría para hacerle frente.
Hacía tiempo que no se enfrentaba a sí misma.




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