domingo, 19 de abril de 2009

BAJO UN CIELO DE ESTRELLAS (002)

Nunca hubiera imaginado que la proximidad de su cuerpo caliente la inquietara, pero, para su sorpresa, bastó el leve roce de sus dedos.

Ella se había lanzado. Fue suficiente ese gesto sutil para dar rienda suelta y dejarse enredar en los bucles de sus brazos y piernas.
Quedó prendida cual mariposa de noche en la llama.

Hubo más encuentros, pero siguieron manteniendo la imagen de amistad y nada más.
Al menos eso es lo que ella pensaba que proyectaba.
Ahora sabe que esas cosas no tienen disimulo, que hay un grillo que canta ufano en el silencio de la garganta de quien ama.

Disimular, ante el resto del grupo, las incitó a buscar encuentros fortuitos que la abrasaban.
Esa espera era tan excitante que se notaba húmeda y dilatada con sólo pensarla.

Los celos entraron en juego.
Amanda no disimulaba otros encuentros.
Eso la laceraba.

Eran esos tiempos de amor y libertad.
Progres se llamaban o les nombraban.



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