miércoles, 29 de abril de 2009

BAJO UN CIELO DE ESTRELLAS (006)

-Es posible.
-No lo pongo en duda, pero…
Así le contesta desde el otro lado de la habitación.
Creía que su sinceridad se hacía patente, pero esa respuesta le había dejado helado.
Argumentar no le serviría de nada.
Por lo visto no resultaba convincente.
En algo se había extraviado su argumento. Elisa era exigente. No admitiría cualquier cosa.
-¿Acaso crees que lo hago a propósito?- Se sintió decirle.
Cómo podía ser tan torpe.

Ella le miró y siguió ordenando los libros del estante.
Estaba haciendo limpieza general.
Solía hacerlo una vez al año.
Los sacaba uno a uno y pasaba sus hojas con los dedos, para ventilarlos.
Desde que la conocía, de ello hacía más de veinte años, veía la parsimonia con que lo hacía.
Una vez le había preguntado. De eso hacía tanto que ni siquiera puede recordar la respuesta.

En sus cábalas mira hacía fuera y se entretiene con lo que ante sí se mueve.
Recuerda la ventana del hotel. La que no tiene las cortinas corridas.
Desde que puede recordar, nunca en la noche se ha visto una ventana con los ventanales al desnudo.
En ese momento, atisba la mirada perdida de una mujer.
Es morena y aunque madura, es hermosa.
Más aún, cuando a esas horas no parece haberse arreglado.
Se la ve con la mirada perdida.
Observa que mordisquea un lápiz.
-Debe ser escritora-, dice.
-¿Qué?
-No nada. Estaba pensando en alto.
-¡Ah, bueno!

Que cosas se me ocurren. Ya estoy fantaseando. Le gustará escribir. No es extraño que aproveche estos momentos de calma y se inspire.
De todas maneras, no parece complacida.
La veo triste.
Alguna cosa le pasa.
Ahora que caigo, ya sé. La recuerdo de verla callejear por el pueblo, acompañada de un grupo. Unos cinco o seis. No recuerdo bien.

-Voy a hacer un café. ¿Te apetece?
-¿Decías algo?
-Que si quieres tomar café.
-Sí. Por favor.
-Estás en Babia. No te enteras de nada.
-Sí. Perdona.

Quisiera explicarle lo que le ronda, pero se detiene.
Hay percepciones que se pierden si se intenta nombrarlas.
-¡Luís! Al menos hazme caso.
-Disculpa. Me distraje mirando la calle.

Elisa le entrega la taza con café.
Él la coge sin apenas darse cuenta.
La escena de la habitación de enfrente le tiene atrapado.
Cuando lo toma ya está frío, pero no dice nada.

Elisa observa su gesto de desagrado. No se ha puesto azúcar. Es algo que no deja que ella le haga.

-¡En qué estará pensando!- Piensa mientras observa que aunque comparten el mismo espacio él está ausente.

-¡No le des más vueltas!- Le dice, queriendo recuperar la calma a que está habituada.



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